Porno y Real Madrid

Hace unos días se conmemoró el veinticinco aniversario del histórico gol de Ronaldo (el bueno) al Compostela. Pretérito Compostela de jugadores bigotudos como “El Tato” Abadía o más exquisitos como Fabiano. Aquel gol supuso una nueva forma de entender el fútbol para los chiquillos que andábamos dando nuestros primeros toques en aquel crisol de patios de comunidad. Cada vez que uno de los virtuosos cogía el balón era capaz de regatearnos a todos dos o tres veces hasta equilibrar la obra maestra del brasileño. Las reglas en aquellos patios nunca estaban claras y nuestro futuro era todavía más incierto que el del índice de masa corporal de ‘O Fenómeno’.

Con motivo de tal efeméride, El Partidazo de Cope decidió hacer una entrevista al presidente del “Compos” de la época: José María Caneda. Un decadente actor de reparto este viejo Caneda. Un señor de aspecto pétreo y gris que alcanzó la fama por golpear a Jesus Gil a la salida de una reunión de la Liga de Fútbol Profesional. No recuerdo muy bien qué pudo motivar tal violencia pero nunca me ha parecido Jesús Gil una persona que no diera motivos para recibir un buen uppercut de vez en cuando

La entrevista goza de varios momentos reseñables. Se nos presenta en tres actos. Hay un primer momento de entrañable aspereza tibia, en el que el entrevistador trata de tender puentes. Por un momento me imagino al periodista viajando en el tiempo y preguntando a un destripador de sardinas qué le parece el dinamismo y vibración en las pinturas de Turner. Dando voz a estos personajes esquinados a los que la historia ha elevado a categoría de paisaje.

Desde la distancia que dan los años, el presidente que en su momento restó todo el mérito al futbolista (“es un gol de trompicones como tantos otros”), despacha el asunto con un sencillo: “fue un buen gol, no voy a ser yo ahora quien diga lo contrario”. Y es ese ahora donde a mi se me parte el corazón, no puedo evitarlo. Lo imagino deambulando por el periurbano de una ciudad gris enfundado en su impermeable domyos. Depositando pequeñas cenizas y calumnias por bares sin nombre. Anunciando verdades que se niegan a si mismas. Con la certeza de que su testimonio oposita a eco en la tumba del olvido.

En el segundo acto, tras ajustar cuentas con un par de directivos de la época y criticar a un juez que le afeaba el chivas que le ponía en el palco, Caneda entra en un páramo narrativo y reconoce que ya casi no ve fútbol. Esto nos lanza al tercer y último pasaje donde remata con el célebre final: “ya sólo veo porno y al Real Madrid”. PORNO Y REAL MADRID. Como si no hubiera otro final posible. Como si hubiera encontrado un recodo luminoso en ese fundido a negro que es la vida.

Esa expresión, clara síntesis de sus impulsos viscerales últimos, me recordó a esas viejas escenas donde un octogenario, escopeta en mano, se balancea en la mecedora de su porche. Atento y preparado para ajustar cuentas cuando el pasado regrese de visita . Despachando uno a uno los fantasmas que desfilan por su puerta cada tarde. José María Caneda en el abismo del tiempo reclamando el blanco sobre blanco de Malevich. La abstracción pura del octogenario medio Español. Blandiendo su propio rifle. Machacándo los recuerdos como Ronaldo hiciera con William, Bellido y compañía . Resolviendo a su modo.

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