Conozco a músicos que merman adrede la calidad de sus canciones. Compositores que saben hacer canciones mejores pero las hacen peores. Tal cual. Alguno, no solo dentro de la canción de autor sino también en el circuito indie festivalero me lo ha confesado sin un ápice de remordimientos; así se llega a más gente, dicen. No se trata de renunciar al esnobismo rockdeluxero para abrazar una suerte de poesía sencilla y accesible menos elitista y más popular, como muchos venden, sino simple y llanamente de hacer peores canciones.
¿Y cómo hace uno canciones peores? No es nada fácil, ojo. En primer lugar, hay que partir de una canción que esté bien hecha (cualquiera puede tener un par); es decir, que funcione como sistema artístico, con todos sus elementos tan bien integrados (letra, melodía, arreglos, etc.) que apenas se aprecien las costuras y se nos presente como un artefacto único, irrepetible y tremendamente evocador. Pues bien, tenemos que hacer obscenamente visibles esas costuras y cargarnos de un plumazo cualquier tipo de sutileza expresiva y hondura poética; convertirla en un click bait. Luego llega el momento de sacar el cuchillo ya que todo lo que no sea extremadamente imprescindible será absolutamente innecesario.
Una vez troceada, hay unas plantillas, o moldes, que te puedes bajar de internet y ahí simplemente vas poniendo un estribillo aquí, una estrofa por allá, según el algoritmo de turno. ¿El tema? Hay tres temas. Cuatro, como mucho. Amor idealizado, desamor desgarrado, desamor despechado y hedonismo; como todos sabemos, los únicos cuatro sentimientos que puede experimentar un ser humano.
Con respecto al lenguaje y la sintaxis, cada verso tiene que tener un sentido cerrado. Tiene que empezar y acabar ahí, no puedes cerrar la frase en el siguiente verso, porque la gente se distrae y pierde la atención (esta última es una frase literal de una veterana compositora que trabaja para una editorial famosísima).
En fin. Y todo esto para llegar a más gente. Como ven no es nada fácil empobrecer una obra artística. Lleva su trabajo hacer canciones peores. Tanto que a algunos ni siquiera les sale. O nos sale.