Aunque tú no lo sepas

La primera vez que escuché “Aunque tú no lo sepas” supe que no era una canción más. Tenía algo potente e íntimo, de secreto inconfesable, o de confesión indecente. No era solo la letra, sino también la música. Ambas iban perfectamente engarzadas para coger tu cabeza y darle la vuelta como si de un calcetín se tratara.

Esta canción tendió hilos entre tres personajes generacionales: Quique González adaptó un poema de Luis García Montero para que lo interpretara Enrique Urquijo. Poco más que añadir.

A muchos chavales de mi generación esta canción nos ha acompañado estos años. Podría decirse que se ha ganado a pulso su atemporalidad. Es quizás lo mejor que se puede decir de una canción. Que trascienda a las modas y los años (el año que viene cumple 25). Personalmente, he perdido la cuenta de las veces que la he versionado o escuchado versionar. 

También creo que si esta canción se publicara mañana por primera vez, no la recibiríamos igual que hace 20 años. “No eres tú, soy yo”. Tal vez es que ya he pasado los 35, o tal vez es que ahora consumimos música de otra manera. Sería un bonito experimento ver cómo una canción tan brutal pudiera perderse como una gota de sangre en el inmenso mar que son las plataformas digitales.

Sé que las reglas del juego han cambiado, pero esto no lo vi venir. No me esperaba que C Tangana intentara entonar los versos de esta canción en la sobremesa, espectáculo que se asemeja más a un musical. La idea de recuperar algo tan español como la sobremesa como escenario es genial, pero no concibo un “aunque tu no lo sepas” sin cantar ni afinar.

Dicho esto, he escuchado hasta la extenuación algunas canciones de “el madrileño” el último año, pero lo del pasado viernes fue como pintar un graffiti en la carrocería de mi viejo Ford Capri del 82. 

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