Por una carambola acabé trabajando en el ropero del “Lolita”, un after regentado por un brasileño que consideraba a Jennifer López y a Beyoncé las Patty y Selma del star system: “Esas tías están gordas” arguyó al darme el curro justificando no ponerme detrás de la barra: “Perturbarías la línea editorial.” Yo llevaba una mini falda de volantes que enfatizaba mis visionarias nalgas pretwerking.Sintiéndome un espectáculo circense, portadora de un culo ingente, mayúsculo y ofensivo; erguido e indisimulable en aquel universo de culos slim fit a lo Calista Flockhart, cuando un cliente llegaba con su abrigo, le daba la chapita de resguardo y esperaba a que entrase en el pub para darme la vuelta y colgarlo, por no realizar la maniobra completa en pompa de puesta de sol magnificente.
Y fue estando mi tren superior zambullido entre bastidores y el inferior ofrecido al público, enmarcado, redondo y poderoso como un planeta, cuando Bono carraspeó tras de mí. Emergí de la piscina chaquetonil con el flequillo alborotado, ruborizada y jadeante y le hice un levantamiento de barbilla, muy dispuesta a partirle la cara.Bono sonrió con voz nasal de alcohólico sinusítico: “Magnífica entrada, signorina.” Recogí su gabardina y me hizo una reverencia de gnomo de San Patricio: “¿No es una hora ridiculísima para llevar gafas de sol?”- (4:06 A.M.) Espeté. Se carcajeó con la cabeza hacia atrás, cual villano de Blancanieves: “No me gusta ver nítidamente lo que no hace falta.” Me dispensó un vistazo de abajo arriba y me tapé los pechos y el monte de Venus sobre la ropa. Aquel salido atravesaba la tela.
Asintió aprobando y me entregó una tarjeta con su nombre de pila “Paul David”, un “You’re a candle burning in my room” y su teléfono. Aparecieron dos rubias muy bronceadas, poco vestidas, con el culo fino y las tetas gordas. Se acoplaron cada una a un brazo, como un lego; oías el click de plástico duro. Seguro que pensó en mí durante el trío en el baño. Bono nunca salió del Lolita y no lo volví a ver. Acabé y fui directa a Hojaldres Alonso. Miré la tarjeta y el número se había borrado; estaba escrito con tinta deleble.